De repente señala algo con el dedito, que supuestamente se encuentra a mis espaldas... lo señala y se ríe. Me doy vuelta, buscando qué es lo que señala y no veo nada fuera de lugar. Es como si Mora fuera cómplice de algo que yo jamás sabré. Duendes! Los duendes le sonríen, se burlan de esa mamá seria que quiere hacerle comer a toda costa, y Mora se divierte con ellos. Yo sé que, aunque quisiera contarme, los olvidará antes de que pueda poner en palabras lo que ve. Los duendes son muy vivos: jamás se dejarán ver por alquien que pueda hacerles daño...


